Perdimos otra vez, pero… no pienso quejarme absolutamente de
nada, ni siquiera de mi mismo o mis
ayudantes porque, dentro de la medida de nuestras posibilidades o de nuestras
capacidades, hicimos lo que estuvo en nuestra mano (scouting incluido), ni de
mis jugadoras que estuvieron toda la semana dando el callo para ganar nuestro
primer encuentro, con mejor o peor acierto en los entrenos, pero estuvieron,
que es el primer paso para seguir avanzando, ni a otro tipo de factores como pueden ser la
falta de acierto o falta de concentración en determinados lances del partido.
Y ¿por qué no tiene sentido quejarme? Alicientes para ello
hay, jugamos cinco partidos en
pretemporada con victoria en 3 de ellos cómodamente, encima haciendo pruebas,
los otros dos los perdimos casi por la mínima y en todos con bola ganadora y
resulta que ahora empezamos la liga y en el que jugamos fuera nos llevamos 15 y
en los dos de casa perdemos sin ser capaces de ponernos por delante en ninguno
de los tres últimos cuartos.
Algunos pensarían en que hay que hacer algo para reaccionar,
que el 0-3 puede empezar a ser una losa, que cuando uno mira la clasificación y
se ve por ahí abajo le empiezan a temblar las canillas pero no, no pienso hacer
absolutamente nada, o mejor dicho, sí voy a hacerlo, seguir igual.
Me planteaba una persona allegada que como se planifica un
entreno al día siguiente tras encajar tres derrotas consecutivas y la respuesta
es “como todos” buscando la mejora y el deseo de que esa mejora se vea
plasmada, que esas cosas que aparecen en los entrenos, tanto malas como buenas,
vayan desapareciendo las primeras y se multipliquen las segundas, en resumidas
cuentas, CRECER, no veo necesidad de hacer “reuniones de gabinete de crisis” ni
buscar soluciones extremas porque las que nos hacen falta las tenemos delante
de nosotras mismas, quizás las veamos entre tinieblas, pero están y lo que
precisamente hay que hacer es que salgan a la luz.
¿Lo conseguiremos? Ay, amigos, esa es la pregunta clave pero
no la puedo contestar, sólo que intentarlo, seguro, con todas nuestras fuerzas,
al día de hoy es lo que tengo más claro y no hablo por mí, sino por todas, no tengo ninguna duda.
Por no cambiar, ni siquiera voy a cambiar sentirme tan mal a
cada derrota, esa sensación de impotencia, esa sonrisa forzada que me sale
cuando me preguntan cómo ha ido la cosa, esa mala leche que me entra cuando veo
que el mundo que me rodea no está como yo, porque si eso cambia algún día y no
tengo esas sensaciones, será señal de que algo sí ha cambiado y no será bueno, eso
seguro.
Nada más, agradecer como siempre la lectura a los que se
hayan molestado en abrir el blog, la semana que viene jugamos contra los
primeros, Valcude Alcobendas que anda
invicto en liga, otra buena prueba de
intentar acercarnos a Delfos, ciudad a la que intentamos llegar y ya llevamos
tres peajes pagados, pero pasta nos sobra y, por eso mismo, seguro que al final
llegamos.